Fiambalá y las localidades rurales del Bolsón conforman en estos tiempos un escenario escindido por construcciones culturales antagónicas.
De un lado, la ciudad pretende sofocar definitivamente a la tranquilidad pueblerina que caracterizaba a esta Fiambalá, Casa del Viento, en voz cacana de sus antiguos habitantes. Invadida de ruidos de motores de toda clase; modificadas sus fachadas, calles, plazas y veredas; agigantadas las ofertas comerciales cada vez más diversas, no esconde la pretensión de escenario en pleno desarrollo: lugar epicéntrico del arribo del gran capital, la ansiada inversión (o ¿Invasión?) extranjera con sus artificios luminosos de progreso.
Más allá de la ciudad, sobre las rutas que van a la Herradura y al Paso de San Francisco, dos megas construcciones explican esta aludida pretensión: el parque de placas fotovoltaicas de energía solar, y la futura planta de procesamiento de carbonato de litio.
Litio, sí; el oro blanco; el recurso estratégico; el protagonista central en esta desquiciada empresa del mercado global asentado en territorio del viento ancestral.
¿Qué hay detrás del litio? ¿Qué materialidades y qué espiritualidades quedan implicadas e impactadas por la extracción del litio? ¿Habrá beneficios a partir de la explotación de Tres Quebradas? ¿Qué tipo de beneficios y para quiénes serán?… Son algunas de las preguntas que se hacen y movilizan a Bruna, Marta y Alfons, compas del Observatorio de la Deuda Global, de Barcelona, que vienen recorriendo territorios chilenos-argentinos habitados por esta fiebre del litio.
Ocurre que este mineral representa –según versión del mercado global- la condición de posibilidad para la tan mentada transición energética (dicen, para dejar de consumir hidrocarburos o energía fósil, bien necesario, además.) Pero, claro, es una transición pensada para el consumo suntuoso del Norte desarrollado, para abastecer las apetencias de la ‘electromovilidad’. En esta lógica, el auto eléctrico constituye el centro de las necesidades (¿Necesidades humanas?) a tal punto que su fabricación requiere consumir –entre otros Bienes Comunes- tanta agua dulce como para secar vegas y ríos, como ya sucede en Catamarca, con la muerte del Río Trapiche en Antofagasta de la Sierra causada por la explotación del Salar del Hombre Muerto.
Litio – explotación – muerte/ muerte de Río… resultados del progreso, de esa construcción cultural invasora.
Del otro lado, o desde abajo, mejor, las culturas nativas de estas Tierras-Pachas, resisten y generan Energías otras. En medio de la ciudad, la Asamblea Fiambalá Despierta genera conversas, espacios donde circula la palabra y se hace –la misma Asamblea- referente de información fidedigna que interpela, despierta de sueños falsos y de fantasías engañosas, invita a recuperar los Sueños Rebeldes de Vida Digna, Vida Libre…
Aquí confluimos, con Fiambalá Despierta, quienes nos movilizamos con esta energía inquieta y rebelde. Además de lxs Compas venidos de Barcelona, estuvimos compartiendo con Aimée Martínez Vega, quien habita el grupo de Ecología Política del Sur, en Catamarca; el Movimiento Ríos Vivos, en Colombia y la Red de comunidades afectadas por las instituciones financieras en varios lugares de América Latina. Desde Be. Pe., Bienaventurados los Pobres, sentimos una gratitud inmensa por esta oportunidad de participar en esta confluencia de voces que preparan la urdimbre de un Proyecto de Vida posible y necesario.
Fotos: Archivo de Be. Pe. y OGD